Mi bebé es prematuro ¿qué puedo esperar durante la hospitalización?
La experiencia por la que atraviesan las recién nacidos prematuros y sus familias suele ser poco conocida por el resto de la sociedad.
La estadía en una UCI neonatal es un proceso largo, en promedio 2-3 meses, con muchos altos y bajos. El apoyo médico y sicológico para los padres es muy importante, permite prevenir y amortiguar las secuelas emocionales en la madre, la pareja y el vínculo con su hijo. Cada vez se pone mayor atención a que la atención neonatal no solo es hacia el prematuro sino también incluya a sus padres y familia.
Son innumerables los beneficios de leche materna tanto a corto como largo plazo para los recién nacidos prematuros, por lo que es la primera alternativa que se considera para su alimentación.
Primeros días.
En términos generales, las primeras horas y días son cruciales para estos niños y lo que comanda su evolución tiene que ver con lo que ocurre en 2 sistemas, que funcionan como uno solo: el cardio-pulmonar. Es habitual que los prematuros más pequeños tengan algún grado de dificultad respiratoria, incluso aunque la madre haya recibido corticoides antes de nacer para la madurez pulmonar. Dependiendo del grado de dificultad respiratoria, pueden requerir desde oxígeno a través de una bigotera o cánula nasal, hasta formas de ayuda en su ventilación como el llamado CPAP o la conexión al ventilador mecánico. El CPAP es una forma de ventilación no invasiva; se utiliza con frecuencia para manejar cuadros de dificultad respiratoria menos graves. Consta de una pieza que se instala en la nariz y requiere que el niño tenga su propio esfuerzo respiratorio. Por otra parte, la ventilación mecánica invasiva implica instalar un tubo en la vía aérea (tráquea) del niño y la conexión a un ventilador mecánico. Se usa ante cuadros más graves de dificultad respiratoria.
Es frecuente que se emplee surfactante pulmonar que se instila hacia los pulmones del recién nacido inmaduro. Este es un fármaco líquido que permite mantener el pulmón expandido evitando que colapse, lo que puede ocurrir en la llamada enfermedad de membrana hialina.
El sistema circulatorio también se pone a prueba los primeros días de vida en estos niños; en algunos casos se requiere usar fármacos para apoyar la función del corazón. En otros casos se producen problemas derivados de la presencia de un pequeño vaso sanguíneo que conecta la aorta con la arteria pulmonar, llamado ductus arterioso. Este vaso se cierra normalmente en las primeras horas de vida en los niños de término y en los prematuros tiende a permanecer abierto, con mayor frecuencia en aquellos niños que han tenido mayor dificultad respiratoria. En algunos casos, esto acarrea problemas y requiere ser tratado con fármacos para provocar su cierre. En otro, este vaso cierra en forma espontánea y no da problemas.
En general, la primera “habitación” de los prematuros (sobre todo de aquellos más extremos), es una incubadora. Este espacio les permite tener una temperatura y humedad ideales para favorecer el crecimiento, evitando que el niño gaste su energía en mantener su temperatura.
En los niños más pequeños y en aquellos que están más inestables, se requiere instalar catéteres para poder administrar sueros, alimentación y también fármacos. Estos catéteres pueden introducirse por los vasos que están en el ombligo de los recién nacidos, o a través de la piel (lo más habitual es en los brazos o piernas).
Primeras semanas.
Saliendo de las primeras 48 a 72 horas cruciales, estos niños pueden seguir requiriendo algún tipo de apoyo respiratorio (en los más pequeños, esto se puede prolongar por varias semanas). Comienzan a aparecer otros problemas como las apneas o pausas respiratorias, muy habituales en los prematuros más pequeños, en las cuales el niño deja de respirar por algunos segundos, secundario a la inmadurez de su sistema neurológico. Esto se trata con un fármaco y a veces es necesario utilizar el mencionado CPAP. Otro aspecto importante que es evaluado en los primeros días de vida es el neurológico. Los niños prematuros tienen mayor riesgo de presentar hemorragias (derrames) de una zona particular del cerebro donde existen pequeños vasos sanguíneos muy frágiles. Para evaluar esta complicación se realizan estudios de imágenes (ecografías) en todos los prematuros menores de 32 semanas o mayores si existen otros factores de riesgo. En general se realiza una primera ecografía en los primeros días de vida y luego se hace otra al mes que tiene como objetivo evaluar otros hallazgos.
Existen otros problemas de menor gravedad que pueden afectar a los niños prematuros en los primeros días de vida, como la aparición de ictericia (coloración amarilla de la piel y mucosas por un aumento de la bilirrubina), trastornos metabólicos (como alteraciones de la glucosa en la sangre), pero son habituales y en general no conllevan a mayores problemas.
Otro tema de gran cuidado con prematuros, especialmente en los más pequeños, es que su sistema de defensas (o inmunidad) es muy precario y se pueden infectar muy fácilmente.
Por otra parte, existen condiciones que son evaluadas más tardíamente en la evolución de los niños prematuros, como son la aparición de problemas de visión (retinopatía del prematuro) y audición. La inmadurez del pulmón y vías aéreas puede también originar un cuadro de problemas respiratorios crónicos conocido como Displasia Broncopulmonar.
¿Qué ocurre con la alimentación?
Después de los primeros días de vida en general se alcanza cierta estabilidad, lo que permite que podamos iniciar la alimentación por la vía digestiva. Los prematuros más pequeños e inestables no son alimentados en las primeras horas de vida por esta vía, ya que el intestino inmaduro es sumamente vulnerable a diversos estímulos. En los niños más pequeños puede iniciarse alimentación por vía endovenosa. Para poder alimentarse por vía oral se requiere de ciertos requisitos, ya que antes de las 33- 34 semanas de edad gestacional, no existe una adecuada coordinación entre los procesos de succión- deglución y respiración. Es por esto por lo que los niños que nacen antes de las 34 semanas de edad gestacional deban, en general, ser alimentados a través de una sonda que se instala por la nariz o la boca y llega directamente al estómago. De esta forma, podemos nutrir por la vía digestiva a aquellos niños que por una parte están lo suficientemente estables, pero no logran coordinar las funciones necesarias para alimentarse por boca. Este proceso comienza a desarrollarse alrededor de las 33 semanas, pero en algunos niños no alcanza su madurez hasta etapas bastante más avanzadas, siendo muy variable entre un niño y otro.
Es importante destacar que la leche materna es el mejor alimento para estos niños. En los más pequeños debe fortificarse con algunos nutrientes para su mejor crecimiento.
Preparando el alta.
Los prematuros extremos requieren de un seguimiento con un especialista (habitualmente esto lo hace un neonatólogo formado en seguimiento de prematuros). Es ideal que estos niños tengan una visita mientras se encuentran aún hospitalizados por el médico que hará el seguimiento, para asegurarse de coordinar todo lo necesario antes del alta. Según la condición de cada niño, puede requerir controles con distintos especialistas después del alta hospitalaria (neurólogo, terapista ocupacional, kinesiólogo, broncopulmonar, etc).
El seguimiento especializado se recomienda durante varios años, o al menos por 2 años.
Autores.
Drs. Jose Luis Tapia, Ivonne D’Apremont y Ps Francisca Wormald
Departamento Neonatologia Universidad Católica de Chile
Miembros Red NEOCOSUR
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